Hace tiempo dejé de preguntarme cuál es la razón que empuja a tantos y tantos de mi generación a abandonar Venezuela. Lo que realmente me interesa es saber que están haciendo estos miles de expatriados alrededor del mundo.
Muchas veces he pensado escribir mis vivencias de inmigrante, o las de otros que conozco, para que así nuestros hijos, esos italianos, alemanes, australianos o estadounidenses con padres que hablan raro, leen periódicos con titulares escandalosos y dicen palabras como “Guayaba” o “Pomarrosa”, puedan entender un poco las circunstancias que los han llevado a nacer y crecer en un determinado lugar, y la trascendencia que esto tiene.
Pero alguien se me adelantó, y de qué manera . . .
“Chronicles of a Nomad: Memoirs of an Inmigrant,” narra la historia de Carlos Rodríguez, un joven venezolano, inconforme y muy precoz, que decide embarcarse en un viaje de búsqueda personal que durará años y cambiará, para siempre, su vida y la de aquellos que le rodean.
A. A. Alvarez, su autor, venezolano afincado en Atenas, Grecia, tuvo el descaro de publicar este entretenido libro a los veintiséis años de edad, y al hacerlo, se ganó el aplauso y el respeto que todo novel escritor sueña alcanzar.
La preparación de esta entrevista ha sido, debo decirlo, un placer increíble. Empezando por lo principal, la lectura de “Chronicles” y descubrirme a mí mismo y a tantos otros en esa escritura clara, irreverente, divertida y refrescante que es la de su autor.
Y luego, el compartir opiniones, impresiones, sensaciones y muchas carcajadas con Alex Alvarez a lo largo de un mes de conversaciones. Eso no tiene precio. Muchas gracias mi pana…
JR: ¿Por qué un libro sobre inmigración y por qué en inglés? ¿Cómo, cuándo y dónde surgió este proyecto? AA: Fueron muchos los factores que influyeron, tanto en mi decisión de escribir esta historia como en hacerlo en inglés.
Desde muy jovencito siempre quise escribir un libro, pero como bien sabemos, esto es algo que muchos queremos pero que lamentablemente pocos logramos. Son tantos los motivos que me impulsaron a escribir esta historia que necesitaría publicar otro libro nada más para listarlos todos.
Habiéndome criado en Caracas, nunca me faltaron cuentos que contar y habiendo nacido de padres venezolanos, nunca me faltaron opiniones. Es algo que compartimos con muchas otras culturas y yo simplemente tuve la suerte de haber crecido en mi país, ya que de no haber sido así, quizás no me hubiese ido . . . y fue el irme lo que me convirtió en la persona que soy. Luego de salir de Venezuela y de compartir anécdotas con inmigrantes de tantos países distintos, me di cuenta que no había dos historias que fuesen iguales, pero sin embargo, todas tenían una infinidad de características en común. Todos estos inmigrantes, sin importar su nivel de educación, tenían un talento fabuloso para narrar sus experiencias y de haberlo intentado, pudieron haber escrito obras grandiosas al respecto. Con el tiempo, yo también empecé a contar mis propias historias y un día llegué a la conclusión que tenía suficiente material para escribir un libro .
¿Pero por dónde empezar?
La pregunta me la respondió un escritor norteamericano muy amigo mío. “Por el principio,” me dijo. Eso era todo lo que necesitaba para empezar.
Uno de los temas que planteo en mi novela mediante las experiencias del protagonista es el de la vital importancia que tiene el multiculturalismo si queremos vivir en un mundo sin limitaciones, sin etiquetas y sin fronteras. El haber escrito mi libro originalmente en inglés me ha permitido corroborar, con hechos, mi argumento a favor de la internacionalización de nuestras culturas. También me ha permitido, si me permites la expresión, “sacarme la piedra del zapato” y presentarle al mundo una nueva visión de lo que nos representa a nosotros, los venezolanos expatriados.
Hoy en día, estemos en el país que estemos, al decir que somos venezolanos inmediatamente nos atribuyen dos etiquetas: Miss Universo . . . y últimamente, Chávez. Mi objetivo es abrir un poco más el panorama para que cuando algún norteamericano, italiano, portugués, holandés, alemán o ruso conozca a algún venezolano en sus países, que no piense ni en Chávez ni en Miss Universo, sino en “Carlos Rodríguez.” ¿Cómo podría lograr eso con un libro en español?
El proyecto en sí, nació en Grecia a mediados del año 2008 cuando me senté a escribir la primera página. No tenía ni la más mínima idea ni de cuánto tiempo me tomaría completarlo ni de qué haría con el resultado final. Pero casi sin darme cuenta lo terminé en cuestión de meses y a finales de ese mismo año, ya había firmado el contrato de distribución internacional. A principios del mes de Enero del año 2009 salió a la venta en grandes tiendas como Amazon.com, TheBookDepository.com y BarnesAndNoble.com, entre otras.
JR: A veces, cuando hablo con amigos y familiares, noto que el tema de la inmigración levanta mucha roncha. El hecho de que cada vez más gente emigre y otros tantos quieran hacerlo, parece desmontar, de cierta manera, sus esperanzas de ver un país más humano, más vivible, que aprenda de sus errores y apunte hacia el futuro. ¿Te surgió la preocupación de poder herir alguna susceptibilidad con tu libro? AA: Por supuesto que sí.
Yo diría que la única manera de publicar un trabajo crítico que no “alborote el avispero” sería publicando un trabajo realmente mediocre.
Lo importante es mantener la objetividad dentro de lo que cabe y en el caso de una novela de carácter ficticio (como la mía), es imprescindible dejar claras las personalidades de cada uno de los personajes al entrar en temas y/o situaciones controversiales. Todo aquel que se atreva a leer una “novela” debe estar en capacidad de entender que quienes hablan son los personajes. No el autor.
Toda buena novela contiene las siguientes características: conflicto, clímax y resolución . . . y es mucho más entretenido cuando las tres características están presentes una y otra vez planteando una cantidad de temas distintos que sean capaces de mantener al lector entretenido. Mientras más controversiales los temas, pues mejor.
No hay cuento (famoso) que no tenga un héroe y un villano. No hay historia de amor (famosa) en donde el protagonista no sufra. No hay película de guerra (famosa) en donde no muera algún personaje importante . . . y no hay telenovela en donde la protagonista no esté rodeada de personajes cuyo único propósito sea el de hacerle la vida imposible.
Una novela sin conflictos está destinada al fracaso antes de siquiera ser publicada.
El Código Da Vinci, si me permites la comparación, es una historia en donde apenas abres el libro te dice claramente que es un trabajo de ficción y que nada de lo que aparezca ahí debe ser tomado como un hecho real. Sin embargo, ya todos conocemos que hasta el Vaticano se tomó la molestia de condenar la novela públicamente por blasfema. También habrán miles de lectores, quizás más, que piensen que aquel trabajo ficticio es un documental histórico. Aunque puedan acusar a Dan Brown de difamador, de anticristiano o de lo que sea, nadie puede poner en duda que su novela fue todo un éxito.
JR: El protagonista de tu libro es Carlos Rodríguez, un adolescente inconforme que un buen día decide dejar su cómoda existencia e irse de Venezuela. ¿Por qué se va Carlos? AA: Carlos se fue porque quería vivir en un lugar próspero, en donde reinara la paz y en donde pudiera ser feliz.
La felicidad es un concepto tan personal y a veces tan pasajero que me atrevería a decir que la mayoría de nosotros, aunque así lo creamos, ni siquiera sabemos en qué consiste. Eso es algo que cada quién tiene que responder por sí mismo y para sí mismo.
Bajo esta definición, por sí sola, Carlos pudo haber llegado a ser la persona más feliz del mundo en Venezuela. Pero para alcanzar la felicidad, basado en su propia definición, también le hacía falta un lugar próspero en donde reinara la paz.
Por eso se fue en busca de él.
JR: Tienen un lugar importante en la historia ciertas fechas relevantes para la historia contemporánea de Venezuela: 27 de febrero de 1989 (Estallido social) 4 de febrero de 1992 (Golpe militar) y 27 de noviembre de 1992 (Golpe militar). Háblanos un poco del efecto que producen estos acontecimientos en la vida del protagonista. AA: A pesar de que Carlos era apenas un niño cuando ocurrieron estos acontecimientos, no por eso dejaron de afectarlo inmensamente. Tanto su identidad como venezolano como su cordura psicológica sufrieron mucho con estos hechos.
Carlos creció rodeado de abundancias en un pudiente suburbio de Caracas, bajo el mito social de que Venezuela era el país más desarrollado de toda Latinoamérica y que después de los Estados Unidos, Venezuela era la siguiente potencia económica de toda América. Canadá ni siquiera existía en el mapa.
Carlos también creció acostumbrado a ver gente de todas partes del mundo inmigrando a Venezuela . . . nunca se hubiese imaginado que de la noche a la mañana serían los venezolanos quienes saldrían del país como corcho de limonada.
¿Disturbios violentos en todo el país? ¿Suspensión indefinida de las garantías? ¿Soldados y tanquetas en las calles? ¿Golpes de Estado? ¿Aviones soltando bombas en medio de la ciudad?
Esas eran cosas que sólo pasaban en los “demás” países subdesarrollados de Latinoamérica. Nada de eso ocurriría jamás en Venezuela -- el país más rico del mundo con la democracia más estable y representativa de todo el continente.
Toda esa falsa imagen de grandeza se le vino al piso a Carlos del 27 de febrero de 1989 al 27 de noviembre de 1992.
JR: Estados Unidos es el destino escogido por tu personaje para iniciar su nueva vida. ¿Cuál es la historia de los venezolanos con los Estados Unidos? ¿Es una relación atávica la que tenemos?
AA: En realidad esta relación atávica no se limita a los venezolanos nada más. Gentes de TODO EL MUNDO quieren irse a vivir a ese país . . . a nosotros simplemente nos queda más cerca que a la mayoría. Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, nos queda a sólo dos horas y media de vuelo.
¿Qué otra superpotencia nos queda tan cerca?
En todo nuestro continente, Estados Unidos es el único país desarrollado en el que un venezolano adicto al clima tropical podría ser capaz de vivir. Si los países de Australia, España, Noruega, Suiza, Alemania y Dinamarca estuvieran geográficamente ubicados al sur de Norteamérica (y si Estados Unidos estuviera en Asia), serían pocos los venezolanos que vivieran en la tierra del Tío Sam.
Estados Unidos, además, siempre ha sido nuestro mayor importador de petróleo y supuestamente el petróleo corresponde al noventa por ciento de las exportaciones de nuestro país. Además, mi generación (no sé que tanto hoy en día) creció viendo cine y televisión norteamericana. Asumo que es esta fuerte relación comercial y cultural entre Venezuela y los Estados Unidos lo que más debe haber contribuido a que ese sea el primer destino en el que piensen la mayoría de los venezolanos que consideren la posibilidad de emigrar del país.
JR: ¿Se nace o se hace inmigrante? ¿Qué hace falta para serlo? AA: La primera pregunta es una que planteo al inicio del libro con un capítulo titulado, “Rasgos Hereditarios,” en donde aprendemos sobre aquellos “genes” que Carlos pudo haber heredado de sus padres que también fueron inmigrantes. La segunda pregunta es una que planteo a mitad de la historia. Ambas las trato de responder de forma implícita a medida que transcurre la novela y de responderlas aquí de forma explícita, estaría robándole al lector el gusto de llegar a su propia conclusión.
JR: Un aspecto determinante en “Chronicles of a Nomad” es el tema del “estatus” legal para residir en un país distinto al propio. ¿Es tan complicado de sortear como parece? ¿Cuál es su impacto en la vida del inmigrante? AA: El qué tan fácil o qué tan difícil se le haga a alguien obtener papeles en el exterior depende mucho de su personalidad, de sus cualificaciones profesionales, de su país de origen (lamentablemente), y por supuesto, del país al que estén inmigrando. Pero al final, quizás lo que haya que preguntarse es qué tanto necesitamos los papeles y qué tanto estamos dispuestos a trabajar para obtenerlos.
Si el país al que inmigras es lo suficientemente atractivo para que quieras hacer una vida ahí, entonces puedes apostar que no serás el único que así lo piense. Por eso, aquel país tendrá una cantidad de leyes y requisitos que definitivamente no serán fáciles de cumplir y que pondrán cada día a prueba tu afán de triunfar ante las adversidades que normalmente acosan a los inmigrantes.
Pero no hay que terquear tampoco. Hace falta aprenderse bien la ley y conocer las opciones que tenemos. Si vemos que después de intentar métodos distintos, en ciudades distintas, con gente distinta, y en distintas ocasiones, que aún así no existe ni forma ni manera de que podamos cumplir con los requisitos (o nos damos cuenta de que no estamos dispuestos a hacer lo que nos haga falta, ya sea sacarse algún título específico, enlistarse en el ejército, etc.), lo mejor podría terminar siendo irse a otro país . . . pero no sin antes conocer bien sus requisitos y estar seguros de sí poderlos cumplir esta vez.
Y en cuanto al impacto que el inmigrar causa en la vida del inmigrante, podría decir que para adaptarse efectivamente, es imprescindible estar psicológicamente preparado para dejar el pasado atrás y adoptar por completo al nuevo país. Cabe destacar que “adoptar” no significa “abandonar” nuestras raíces o renegar a nuestro país como muchos suelen pensar. Adoptar significa, “recibir como a un hijo al que no lo es naturalmente.” Por ende, hay que estar dispuesto a adoptar a nuestro nuevo país con su idioma, su gente, su cultura, sus leyes . . .
J
R: Al pasar de los años Carlos regresa a Venezuela de visita y, si lo que dejó no le gustaba demasiado, lo que encuentra le agrada aún menos. No soporta el ritmo lento de la burocracia. Le desconciertan los niveles de corrupción y violencia, y finalmente y como suele ocurrir, sin tener arte ni parte, debe enfrentar el problema de la polarización de la sociedad. ¿Podría volver a vivir tu personaje en la Venezuela de hoy? AA: Esta complicada esta pregunta . . . pero no es más complicada que la respuesta.
El ser humano es como un parásito . . . y espero no haber ofendido a ningún parásito con esta comparación. Como especie (más no siempre como individuos), somos capaces de adaptarnos a cualquier tipo de condiciones a tal punto que hasta los ambientes más extremos y hostiles pueden llegar a convertirse en el hábitat natural en el que nos sentimos cómodos. No es sino hasta que llegamos a vivir en condiciones favorables (y no digo “ideales” por la subjetividad del concepto) que nuestro antiguo ritmo de vida nos viene a parecer terminantemente intolerable.
Para un venezolano que nació, creció y que nunca salió de su país, quizás la idea de irse para no volver sea inconcebible y hasta condenable. Esa sería su realidad, ese sería su ambiente, eso sería todo para él. Es lógico que tema o que no desee dejar todo aquello que conoce y todo aquello a lo que está acostumbrado para aventurarse en un mundo desconocido. Eso es lo normal y ese sería el caso de una persona común.
Y mi libro deja bien claro que Carlos Rodríguez . . . “no” es tan común como su nombre indica.
Por ende, la respuesta es . . . SI.
Sí podría vivir en la Venezuela de hoy. Pero quizás, entonces, también habría que preguntar, “¿Por cuánto tiempo?”
JR: La última parte de la historia transcurre con vistas del Egeo, en Atenas; una etapa de transición, de madurez, de angustia y de logros. ¿Cómo es Carlos ya adulto, que ha cambiado, a dónde vuela su mente inquieta y aventurera?
AA: Como bien lo mencionas, la aventura de Carlos lo lleva eventualmente al mediterráneo y a medida que se va desarrollando la historia, el lector se irá dando cuenta (espero) de cómo él va creciendo no sólo en edad, sino como individuo y como miembro de una gran hermandad sin fronteras . . . la de los inmigrantes. La forma en que observa al mundo a su alrededor, de cómo supera los obstáculos y cómo va alcanzando sus objetivos reflejan lo que ha aprendido (y lo que no) durante su larga trayectoria.
En la última parte de las crónicas, Carlos logra desatarse de las ataduras que nos imponen nuestros países, nuestras culturas, nuestros idiomas, nuestra gente . . . y después de toda aquella interminable lucha para obtener la ciudadanía de algún determinado lugar, se viene a dar cuenta de que ya era ciudadano del único lugar que realmente importa . . .
Ese es el Carlos adulto, ya que para llegar a la adultez lo importante no es envejecer. Es aprender a vivir.
Ahora, para saber a dónde vuela su mente inquieta y aventurera, lo mejor sería leer el libro hasta el final.
JR: ¿Vale la pena ser escritor? ¿Qué es lo mejor de escribir y cuáles son los retos a los que debe enfrentarse un escritor de novela en la actualidad? AA: Si alguien se pregunta si “vale la pena” ser escritor, entonces para esa persona la respuesta es obvia porque escribir, para mí, no es una pena. Es un placer.
Ser escritor es maravilloso. Me ha permitido hacer nuevas amistades, conocer gente con mis mismas inquietudes, dialogar con gente que piensa distinto y también me ha dado la oportunidad de acercarme a otros autores. Haberme convertido en el autor de Chronicles of a Nomad: Memoirs of an Immigrant me hace sentir que he contribuido en una causa noble. También me hace sentir mucha paz espiritual el hecho de haber dejado mi huella bien plantada en este mundo y que aunque tal vez no llegue a conocer a mis tataranietos, me queda la dicha de saber que ellos sí me conocerán a mí . . . a través de mi escritura.
Escribir puede ser relajante, divertido y hasta terapéutico. Nos ayuda a organizar nuestros pensamientos, a conocernos mejor, a expandir nuestra creatividad y a comunicarnos mejor.
Además, es genial leer mis e-mails y conseguirme con algún mensaje de alguno de mis lectores hablándome de aquello que sitió al leer mi libro. Nunca me cansaré de hablar con ellos. También es un “vacilón” cuando alguien me pide algún autógrafo.
La primera vez que firmé algo así fue hace unos años atrás durante las olimpiadas de Atenas 2004. Acababa de terminar un partido de béisbol y me puse a hablar en español con algunos de los jugadores cubanos. De repente se me acercó un niño con una pelota y me pidió que por favor se la firmara. El chico pensó que yo era uno de los jugadores . . . y por supuesto se la firmé. ¿No creerás que le iba a romper el corazón a aquel pobre infante?
Hoy en día, los autógrafos sí me los piden a mí . . . y eso es algo que dudo que hubiese ocurrido de no haber publicado las crónicas. Quizás en un futuro no muy lejano algún un pelotero cubano termine firmando uno de mis libros . . .
Así que ser escritor en realidad no tiene nada negativo, pero “publicar un libro” sí tiene muchas otras implicaciones.
La dificultad más grande que podría encontrar un nuevo escritor quizás sea el hecho de no tener un claro objetivo. El que escriba para un público sin pensar en sí mismo no creo que la pase muy bien que digamos. El que escriba para sí mismo sin importarle su público, de seguro la pasará mal. Al escribir y publicar para un público, es imprescindible que tengamos muy en claro para qué publicamos aquello que escribimos. ¿Escribes para expresarte? ¿Escribes para entretener? ¿Escribes para enseñar? ¿Escribes para compartir? ¿Escribes para criticar? ¿Escribes para adquirir fama, mujeres y riquezas? Cada quién tendrá sus objetivos. Lo importante es que estemos claros en cuáles son los nuestros y que basemos nuestro trabajo en eso.
Pero lo más importante al escribir y publicar un libro, en mi opinión, es que sepamos bien cuál será nuestra audiencia y que recordemos que aunque hayamos escrito un libro para una audiencia específica, eso no quiere decir que no pueda ser leído por otro tipo de audiencias que quizás no lo reciban con los brazos abiertos. Hay que estar preparado para eso.
JR: ¿Escribirás una segunda parte de “Chronicles”? ¿Llegaremos a ver las “Crónicas de un Nómada” en español? AA: La versión en español se titula, “Crónicas de un Nómada: Memorias de un Inmigrante” y si todo sigue en marcha, estará disponible en Amazon.com antes de fin de año (2009). Ya los mantendré al tanto.
Ahora, en cuanto a una secuela, si el público hispanohablante recibe las “Crónicas” con el mismo entusiasmo que el público anglohablante recibió las “Chronicles,” podríamos estar viendo una secuela para el 2010. No me atrevo a revelar muchos detalles, pero si me llego a ganar el apoyo del lector hispano, prometo que Carlos se verá envuelto en situaciones que los pondrán a todos a comerse las uñas una vez más. Pero no se preocupen porque de aquí a allá, ya les habrán crecido de nuevo.